LO QUE NATURA NON DA SALAMANCA NON PRESTA
Escrito por S.P * ( Este articulo es una satira escrita para un trabajo de la carrera de comunicacion de Maru, esta - obviamente - exagerado para darle color a la nota, mi ninez no fue asi!)
-Aunque mi casa nunca haya sido una ostentosa vitrina de marcas de lujo, yo nací en cuna de oro. A la vez que me daban la papilla en cucharita de plata 900 y me enseñaban a contar, mis padres de alguna manera me inculcaron la detección, apreciación y el olfato para las marcas de lujo.
-Sin tener ni un mínimo recuerdo de ninguna lección al respecto, me di cuenta a temprana edad que esta apreciación vino acompañada de un radar nato de consumidores de marca de lujo.
-Algunas personas tienen el don de discernir la nacionalidad de una determinada persona por su aspecto y acento; otras, pueden distinguir a la legua si alguien es, por ejemplo, un metro sexual, si padece de alguna fobia o si es adicto al gimnasio; yo, puedo detectar con ojo de águila al consumidor de lujo. No sólo eso, sino que puedo categorizarlo y clasificarlo por tamaño, estilo y color.
-A mi entender, hay dos patrones de consumidores de marcas de lujo (dentro de los cuales hay subgrupos y categorías en las que no voy a ahondar): la auténtica “connoisseur”, que consume lujo porque es lo que conoce y a lo que ha sido expuesta con naturalidad absoluta toda su vida, y la “in your face”, que busca casi con desesperación imponer su estatus (y al carecer de sofisticación y elegancia nata recurre a la exposición de marcas).
-A la primera, la “connoisseur”, se la puede ver prolija y combinada; con ropa de corte perfecto (con pronunciada tendencia al beige - en todas sus gamas-), nunca demasiado ajustada y sin una arruga. Con pelo, manos y pies sutil pero impecablemente “manicureadas” (el largo de las uñas no demasiado extremo y el color casi reglamentariamente, “vía láctea”). Sobre el hombro, una gran cartera de excepcional cuero, generalmente carente de logos y a los pies, zapatos que no tienen señal alguna de haber sido utilizados previamente.
-La consumidora “in your face”, por lo general ha adquirido su fortuna en la adultez. Se deslumbra fácilmente con las marcas y siente una fuerte atracción por los brillos. En su vestimenta suele haber algún detalle de strass. Y en los pies, salvo cuando usa zapatillas de marca, siempre un taco -le tiene fobia a los zapatos chatos-. Su pelo y uñas son mantenidos al máximo largo posible y pronuncia con forzoso acento las marcas que admira. Con el pecho inflado y la mirada triunfal, lleva con orgullo las marcas que se carga.
-Sin embargo, a pesar de estas marcadas diferencias, la “connoisseur” y la “in your face” transitan las mismas tiendas y felizmente gastan sus fortunas; y yo sigo diferenciándolas.
-Aunque mi casa nunca haya sido una ostentosa vitrina de marcas de lujo, yo nací en cuna de oro. A la vez que me daban la papilla en cucharita de plata 900 y me enseñaban a contar, mis padres de alguna manera me inculcaron la detección, apreciación y el olfato para las marcas de lujo.
-Sin tener ni un mínimo recuerdo de ninguna lección al respecto, me di cuenta a temprana edad que esta apreciación vino acompañada de un radar nato de consumidores de marca de lujo.
-Algunas personas tienen el don de discernir la nacionalidad de una determinada persona por su aspecto y acento; otras, pueden distinguir a la legua si alguien es, por ejemplo, un metro sexual, si padece de alguna fobia o si es adicto al gimnasio; yo, puedo detectar con ojo de águila al consumidor de lujo. No sólo eso, sino que puedo categorizarlo y clasificarlo por tamaño, estilo y color.
-A mi entender, hay dos patrones de consumidores de marcas de lujo (dentro de los cuales hay subgrupos y categorías en las que no voy a ahondar): la auténtica “connoisseur”, que consume lujo porque es lo que conoce y a lo que ha sido expuesta con naturalidad absoluta toda su vida, y la “in your face”, que busca casi con desesperación imponer su estatus (y al carecer de sofisticación y elegancia nata recurre a la exposición de marcas).
-A la primera, la “connoisseur”, se la puede ver prolija y combinada; con ropa de corte perfecto (con pronunciada tendencia al beige - en todas sus gamas-), nunca demasiado ajustada y sin una arruga. Con pelo, manos y pies sutil pero impecablemente “manicureadas” (el largo de las uñas no demasiado extremo y el color casi reglamentariamente, “vía láctea”). Sobre el hombro, una gran cartera de excepcional cuero, generalmente carente de logos y a los pies, zapatos que no tienen señal alguna de haber sido utilizados previamente.
-La consumidora “in your face”, por lo general ha adquirido su fortuna en la adultez. Se deslumbra fácilmente con las marcas y siente una fuerte atracción por los brillos. En su vestimenta suele haber algún detalle de strass. Y en los pies, salvo cuando usa zapatillas de marca, siempre un taco -le tiene fobia a los zapatos chatos-. Su pelo y uñas son mantenidos al máximo largo posible y pronuncia con forzoso acento las marcas que admira. Con el pecho inflado y la mirada triunfal, lleva con orgullo las marcas que se carga.
-Sin embargo, a pesar de estas marcadas diferencias, la “connoisseur” y la “in your face” transitan las mismas tiendas y felizmente gastan sus fortunas; y yo sigo diferenciándolas.

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