domingo, 13 de junio de 2010

La entera población Argentina sobre los hombros de Messi

13 de Junio, 2010

Si hay algo que los seres humanos hemos aprendido en el siglo XXI - a fuerza de error y vergüenza, propia o ajena – con respecto a la exposición mediática, es que cuando se nos pone delante del ojo publico cualquier cosa que digamos o hagamos va a ser indudablemente analizado, interpretado, re-interpretado, y probablemente criticado por incontables individuos desde infinitas plataformas. Desde la radio y el papel hasta la pantalla y el inmensurable mundo cibernético, indefectiblemente alguien va a tener una opinión acerca de lo que dijimos y lo que deberíamos haber dicho.
A esta precavida conciencia, que salvo Dieguito, todos parecemos tener, se le suma el hecho de que (en nuestra mayoría) los seres humanos queremos agradar, aprobar el juicio de nuestra hipócrita sociedad. Por lo tanto, cualquier jugador de equipo (salvo tal vez Chilavert en su momento), cuando enfrentado a una cámara o a un micrófono, indefectiblemente va a jactarse de que en su espíritu de equipo no hay una estrella particular.
Eso dicen todos los jugadores y dirigentes de este equipo argentino de mundial 2010; desde Messi hasta Maradona, pasando por el mas engreído al mas humilde de los veintitrés jugadores. Pero con un solo partido, queda en evidencia que su comportamiento no condice con su creencia interna. En el partido de ayer contra Nigeria, toda la presión y la expectativa estaba puesta en Messi, a quien el gol de Heinze le toco el orgullo y ya para el segundo tiempo la presión se le convirtió en impaciencia y frustración que lo llevo a buscar reiteradamente el gol propio por encima de la jugada de gol compartido. La clara evidencia de esto esta en la notable diferencia entre su impecable y admirable desempeño en el campo y sus pobres, errados intentos de gol.
Para sumar al falso argumento de “equipo equilátero”, al finalizar el partido, Maradona (a quien su ego jamás le permitió considerarse sinceramente un “equipo”) le dio mas reconocimiento a Messi, levantándolo en un abrazo efusivo, que al propio autor del único gol del partido.
Deberíamos agradecer que Messi conserva los pies sobre la tierra, es un buen compañero y tiene una gran actitud, porque si se tratara de alguien menos humilde, Maradona, con su evidente diferenciación, ya hubiera aniquilado por completo nuestras posibilidades de triunfar en este mundial.

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