jueves, 18 de noviembre de 2010

Que La Fuerza Me Acompañe

Siempre.


Hay mujeres que no se arriesgan; que solo bajan sus sandalias de pies humectados al asfalto para subirse al próximo taxi que las lleve a la comodidad d una moquette.
Yo no, yo camino el asfalto descalza, para experimentarlo con todos mis sentidos. Voy adonde el camino me lleve. No me hablen de pronósticos, de estados del tiempo, de imposibilidades ni de cautelas. Yo desafío la lógica, la gravedad y la naturaleza; porque tengo la convicción de que se puede, de que existe una fuerza en el espíritu. Una fuerza que nace de los escombros y cobra vida en el deseo, en la lucha, en la fortaleza y la determinación, en la buena fe y en el amor.
Una fuerza que nos vuelve a levantar cuando la vida nos tumba; que nos permite levantarnos de la humillación mas profunda para poder volver a mirarnos al espejo. Una fuerza que nos pone de pie frente a la adversidad.
Porque si; la vida continua, las oportunidades pasan, y el dolor es inevitable. Tarde o temprano, de alguna manera u otra, siempre llega. Querer evitarlo es naturalmente lógico, pero vivir la vida en función de ese reparo, de esa cautela, es desperdiciarla.

Yo prefiero tirarme a la pileta - mas bien al mar helado un día de lluvia - que quedarme en el borde evitando el resfrío. Prefiero sentir correr la sangre por mis venas, vigorosa y acelerada por el frío y el miedo a la inmensidad de lo desconocido, que sit on the sidelines and watch the world go by.
Por eso la fuerza; la fuerza nos salva. Como una reserva de valentía, una garantía de vida que nos asegura que pase lo que pase, vamos a salir adelante. A quienes la tenemos, la fuerza nos salva del aburrimiento de vivir una vida sin riesgos.
Porque vivir la vida con miedo, es vivir la vida a medias.

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